martes, 26 de octubre de 2010

Hitman

"Es demasiado fácil conseguir superpoderes hoy en día... démonios, debería saberlo. Ves a estos tipos cada semana en la tele: alguien cae a un reactor o descubre que se padre era medio demonio o lo que sea, conocen la rutina" -Tommy Monaghan

Es curioso que quien fuera mi primer superhéroe favorito (y durante mucho tiempo) haya sido un personaje tan alejado de las mayas de color, capa y máscara; sin el poder de volar, o lanzar rayos cósmicos de las manos o super fuerza. Por el contrario, fué un sujeto vestido con botas militares, playera negra, de rigurosa gabardina larga, gafas oscuras y que, si bien tenía una limitada visión de rayos x y una igual de limitada telepatía; lo suyo era obtener resultados a punta de disparos.

Y rara vez se hacía llamar por su nombre "superheroíco".

Tommy Monaghan, ex marine de la guerra del Golfo ahora convertido en un mediocre asesino a sueldo es un día atacado por un demonio-parásito llamado Golth, y en lugar de morir adquiere unos moderados "superpoderes" que sin embargo muy útiles le resultan en su oficio. Con nuevos poderes bajo el brazo, se dedica a la rama "sobrenatural" de su negocio, tomando los casos "raros" o aunados a los superpoderosos (demonios, supervillanos, etc).

Hitman fué el cómic superheroico que me marcó sobremanera, no era para menos, ese Garth Ennis es un chingon (Preacher, Unknow soldier, Punisher kills the Marvel universe, Hellblazer) y los estupendos, sombrios y violentos dibujos de John McCrea me marcarían para siempre (un ejemplo: los señores del arkannone, dos cadaveres flotantes y putrefactos, y Mawzer, un demonio formado con el alma de cinco nazis manchadisimos).

Ademas de lo artístico, Hitman fué como mi primer libro de moral, me enseñó lo gris que es la vida, pues no existe lo enteramente bueno ni lo enteramente malo. Finalmente Hitman no dejaba de se un asesino cuyos intereses rara vez variaban del dinero, las cervezas y las mujeres, pero que sin embargo se veía en la necesidad de salvar al mundo por el simple hecho de que podía hacerlo.

Lo escencial de Hitman, por lo crudo, irónico, violento y realista se da en sus primeros números: el primer enfrentamiento con Etrigan y los demonios de Bloodlines, el asesinato de Joe Dubelz, los primeros encuentros con Batman y aquella tremendísima batalla en Arkham.

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